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Cogestión, o cómo se gestiona en medio de la crisis

«Priorizar. Primero lo colectivo: aseo urbano, vialidad interna, servicio de aguas. El asunto es que el presupuesto seguramente no aguante. Al menos desde una lógica que conciba a la alcaldía como planificadora y ejecutora de las obras, y a las comunidades como receptoras de los logros de la gestión. La perspectiva cambia cuando se aborda la situación desde otra potencia: la cogestión. Algo que se ha comenzado a ensayar desde hace algunos años en este territorio: se crea una articulación de trabajo, plan y presupuesto entre la institución y las comunidades organizadas, centralmente en consejos comunales y comunas.

Significa que, por ejemplo, la alcaldía pone una parte de un dinero para arreglar una carretera, la comunidad la otra parte, y es parte de la construcción de la misma. Son ideas afianzadas sobre experiencias concretas, sobre la capacidad creadora de la organización popular. En uno de los barrios que recorremos las casas han sido financiadas por el Estado y construidas por autogestión: con el material sobrante construyeron una más de la que preveía el presupuesto asignado. Existen centenares de casos similares en todo el país.

El resultado de la cogestión es múltiple: la respuesta en sí, la organización colectiva, la construcción de comunidad, la responsabilidad con lo alcanzado, la subjetividad.»

Marco Teruggi (2017) "¿Cómo se gobierna una alcaldía en esta crisis?"

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El perro triste (cuento)

T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre

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E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad